La procesión del Puerto 2016 estuvo durante varios minutos en el aire. Las aguas no bajaban (ni bajan) tranquilas, precisamente, entre los miembros de la Hermandad ‘disuelta’ y la Iglesia. Solo la mediación del alcalde, Gabriel Amat, y algunos concejales, como Eloísa Cabrera, y José Juan Rodríguez, entre otros, posibilitaron que las imágenes de la Virgen del Carmen y Santa Ana finalmente procesionaran por las calles y el mar roquetero ante miles de fieles y turistas.
Las tensiones entre los cientos de hermanos que componían la Hermandad de Santa Ana del Puerto se tornaron de marrón a negro cuando hace poco más de dos meses el Obispado decidió disolver la hermandad, ‘soliviantando’ a muchos de sus miembros.
Desde entonces, la tensión fue en aumento y solo la intermediación vigorosa del Ayuntamiento ‘calmó’ las aguas para que ayer martes Santa Ana y la Virgen del Mar procesionaran en el día grande de las fiestas del Puerto. Todo parecía volver a la normalidad. Aunque era una normalidad aparente.
Y es que minutos antes de comenzar la procesión, dentro del templo que no se llenó como protesta ante la situación generada, se encendió de nuevo la mecha de la crispación.
Por unos momentos, algunos miembros de la disuelta Hermandad de Santa Ana decidieron no sacar los tronos ni a la calle, ni al mar. Fueron momentos de gran tensión, con incluso un par de ‘revoleras’ dentro de la iglesia. La rápida mediación del alcalde y los concejales calmó, no sin dificultades, a los ‘ex hermanos’, quienes finalmente decidieron procesionar.
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